sábado, 23 de noviembre de 2013

La Despedida de un Ángel



Si hubieran más dolores en la vida, en este año hubieran pasado, como corrientes de agua pero que esta vez no refrescaron sino que inundaron, destruyeron con devastadores garrotazos en brazadas de oleajes feroces, que fuerte es la naturaleza y que profundo puede ser a veces un abismo, sin embargo, el silencio siempre es el dueño de lo que queda y desde el renacen las semillas dentro de un crisol de luz cuando amanece.
Si pudiera descifrar los acontecimientos en este año tal vez ya no estaría en este mundo. Si me mirara a misma al comienzo de este año, tal vez con doble intención estaría aquí mismo, quien dijo que el dolor no puede ser una buena escuela? Aunque la oscuridad nos haya invadido.
Se acomodó en su sillón de cama al despertar en su último día, ya un poco cansado aun brillaban sus ojos por el ánimo de vivir, de cantar, de contar sainetes, y bailar. Quien como el, que se levantaba cada mañana con ese aliento de vida tan lleno de alegría y tan positivo en sus pensamientos, quien como el, quien se sentaba con la luz apagada en su sala cuando ya caía la noche de  un domingo y los nietos tenían que regresar a su ciudad, de él los mejores recuerdos y para el los mejores recuerdos de sus compañeros de vida.
Dos semana antes le acompañe a su chequeo rutinario con el doctor vascular en el Hospital del Seguro Social, me dijo “estoy cansado, este cuerpo ya no me responde y así ya no es posible andar bonito. ni como darse una vueltita, vamos a comer algo, o mejor ya vamos a la casa”, llegando a casa se recostó y le di un masaje en su espalda adolorida, mientras estaba boca arriba yo veía con interés las facciones de su cara, su piel tan clara y los ojos verdes brillantes, rubio canoso su pelo y su porte de señor elegante como el ninguno, como lo observé, como lo admiré.
Domingo 9.50am del 17 de noviembre del 2013, me hecho en llanto del puro coraje, se fue sin despedirse, sin sospechar de su muerte?, como puede ser? Si se sentaba a ver el sol y decía, “creo que estoy con el azúcar elevado, dame haciendo la agüita mijita…”, “te soñé mijita, que paso”… y que no se haya despedido?, nunca supe cómo se tenía que reaccionar! Y solo tenía coraje, rabia, ira. Lo quería confrontar…
Cuando llegue estaba sentado en su sillón de cama, con la cabeza recta y su pecho erguido, estaba dormido, con los ojos cerrados y con una paz insospechable, de las que no hay nada que decir, él estaba ahí, callado y balanceando mis ánimos. –Papá-  “si me está escuchando!... porque se fue sin despedirse? Le parece prudente hacer esas cosas? le susurre calmada y pacíficamente mientras estaba sola con él en su habitación  y sentí una sonrisa de su parte por la paz con la que me abrazaba, le acaricie la cara, las manos y le dije cuando lo admiraba y le agradecía por su amor, creo que varias veces se lo dije, pero él!!!, siempre enseñándome a callar la boca y a observar más, me enseño a sentir, me enseño a concentrarme en las cosas que sentía y a tener fe de que estas son ciertas.  
De él aprendí el arte de curar con las manos, “abre la mano y siente” me decía, concéntrate, no estas sintiendo!!!???... –No papá!,- y luego había silencio.   Porque no me explicaba lo que había que sentir? A veces me aprecia distante, pero era mi inmadurez lo que no me permitía observar con los sentidos.     
Mientras estaba al frente de él, hablamos claro cara a cara los dos, en los últimos minutos de privacidad que nos quedaban, le dije cuanto lo admiraba por como crio a mi madre quien es hoy una dama-señora de su casa y una mujer de altura (que carácter tiene!) y hablamos de algunas cosas más por las que yo le expresaba mi agradecimiento y cariño, al cabo de unos minutos las palabras se acabaron y el silencio reinante era tan pacifico que no puedo describir, hasta los aromas cambiaron y creo que al fin empecé a sentir no puedo describir que era, pero solo cerré los ojos y lo sentí y al cabo de unos instantes entendí todo. no me separe de el por el resto de las siguientes 5 horas y mientras se iba enfriando yo me calentaba las manos y se las colocaba en la cara, las orejas, las manos, para mantenerlo caliente, su rostro no empalideció como debería y su color fue hermoso, cuando el resto de los hijos llegaron la impresión fue menos fuerte porque su rostro seguía caliente y ahora estaba muy guapo vestido con su traje favorito. Esas horas fueron las más bellas, y siento que las reservo para mí, mientras seguíamos en la habitación seguíamos hablando en silencio, el me confesaba sus poderes y yo los recibía, conversábamos en silencio y yo le preguntaba si era corbata iba bien con la camisa y le pedí que opinara sobre el color del traje, fue muy colaborador para vestirse. Arrodillada en su cabecera las palabras se acabaron al fin había aprendido lo que el tanto intento enseñarme, estábamos callados y yo simplemente sentía que mi lugar estaba con mis manos sobre su cabeza, por cinco horas coordinando mi respiración, sin derramar una lagrima y con la paz tan natural intercambiamos información, o energía, y se despidió de mí, lo ayude a entrar en la caja y se fue.    
La crueldad más grande de la vida es estar en un funeral, que pesadez, que desesperación ver gente lloran, gritar, lanzarse al suelo… las 30 horas más amargas y oscuras. Cuando mi tiempo con él terminó, salí al campo a respirar un poco de aire fresco, me quite lo zapatos y recargue energía en un árbol,  solo sentía mis antebrazos amortiguados y mis piernas temblando, tenía muchas ganas de vomitar, pero no estaba cansada; cuando me percaté de los alrededores las nueves tronaban con destellos del cielo, los animales se escondían y la lluvia venía arrasando, era el sonido de una tormenta oscura, los truenos caían tan fúnebres, alarmantes y descomunales,  sobrecargados de fuerza y coraje, despedían de la tierra al cuerpo de un gran ser mientras se transformaba en algo más, se me congeló la sangre y el respeto por semejante acontecimiento me hizo inclinar la cabeza a seguir en silencio.
Mi madre nos llevó aparte a cada uno de sus hijos, y hablamos al respecto con detalles en cada uno.  Mi abuelo me reservo un tiempo tan especial, tan lleno de paz e imponente fuerza, tan lleno de sobriedad, luego de heredarme la curación con las manos y la música, se fue. A las 7pm de ese día sentí una pesadez y un cansancio tan grande que probé mi primer bocado y sentí que el cuerpo temblaba de agotamiento. Me acosté y los ángeles diurnos al otro día me cantaron y cuidaron hasta que me revitalice totalmente. Definitivamente la muerte es un acontecimiento, igual que el nacimiento pero de reversa, la respiración abdominal hacia la coronilla a veces no es tan fácil si el cuerpo físico no avanza, pero para eso están los ángeles, para apoyar y apuntalar los procesos naturales.  No siento ni un poquito de dolor, siento paz, siento amor, siento valentia heredada, todavia me cuesta procesar los asuntos, vestirme y verme en el espejo, pero sin duda esto tambien pasará.

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