Su pureza de alma, el no tener conciencia
de maldad, su espontaneidad, inocencia y vitalidad eran condiciones
imprescindibles para mantener atadas a las malas influencias en el conflictivo
mundo espiritual.
Miro a los ojos a un niño y veo todo lo que el mundo robo a un
adulto. Sin embargo, hay otros que hicieron para sí mismos otro tipo de
cultura, donde sus emociones puras se conservaron y son llamados ingenuos,
ilusos, porque no se dan para el uso de los antojos ajenos, ajenos a este mundo
de doble sentido son ellos, los grandes q son niños en el momento de sentir
pureza, de sentir pasión. Puro como los colores, puros como la tierra, el fuego
y el aire. Indómitos de espíritu sin ánimo de ser caballos desbocados sino de
ser libres, aunque al final queden como polvo de estrellas nada más brillando
sobre el mar.